Time is a Season

Author
David Whyte
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El Tiempo es una Estación
--por David Whyte
Las culturas humanas más tradicionales han visto las horas del día de la misma manera que se han encontrado con las estaciones del año: no como líneas claras dibujadas a lo largo de nuestra experiencia, sino como anunciando una cualidad, una presencia, una aparición, y un surgimiento de algo que crece tanto dentro de nosotros como en nuestro mundo externo. Una estación o una hora del día es una visita cuyo retorno no es seguro. Cada primavera tras un largo invierno parece tan milagrosa como si estuviésemos viéndola por primera vez. Del jardín muerto nace la abundancia más allá de la comprensión de la mirada del invierno.

Las horas y las estaciones son, a veces un florecimiento, otras veces una desaparición, y a menudo una brevedad imperceptible entre las dos, pero todas las horas del día y las estaciones del año exponen alguna cualidad en el mundo que tiene su propio momento y lugar. Hacerse amigo de las horas es llegar a conocer todas las conexiones escondidas dentro de nuestros cuerpos que emparejan con la riqueza y el movimiento de la vida que vemos a nuestro alrededor. La tragedia de planificar constantemente en nuestro trabajo es su efecto mecánico sobre las horas , y más tarde sobre nuestros cuerpos, reduciendo el espectro de nuestro carácter individual y coloreándolo de un gris monótono. Cada hora que dejamos a su aire tiene su humor y su diferencia, una cualidad que debería de cambiarnos y re-crearnos según su efecto en nosotros.

En muchas culturas tradicionales, una hora particular del día se ve como que tuviese una presencia personal, casi angelical, algo que ha de ser nombrado- aunque sólo en voz baja, y sólo en formas que refuercen su desconocimiento. El Benedictino, Hermano David Steindl-Rast, define un ángel como la ruptura eterna en el tiempo, cada avance particular de lo numinoso absolutamente extraordinario y absolutamente sí mismo. El tiempo y cada hora de tiempo es una estación, casi una personalidad, con su propio anunciacio , su propia canción, su susurro de lo que va a nacer en nosotros. Su aparición, como una conversación nueva en la que somos privilegiados de oírnos a nosotros mismos participando.
Escapar de la prisión del tiempo es conceder a las horas su propia vida; desenredar la sujeción de hierro de nuestras manos en cualquier momento dado mientras al mismo tiempo encontramos la habilidad de estar más presentes, más fuertes, más abiertos a nuestros evidentes absurdos, mientras segimos la conversación.
Sacado del libro de David Whyte', "Cruzando el mar desconocido."
 

Excerpted from David Whyte's book, "Crossing the Unknown Sea."


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