EL RETO DE HACER REGALOS
Me pasa una cosa que supongo es bastante común, sin embargo a mí se me hace algo extraño. A pesar de que me gusta recibir regalos, cuando me toca a mí hacerlos me siento torpe. Imagino que es porque quiero pensar que el mismo gesto de entregar el obsequio despertará en la mente y en el corazón de quien lo recibe sentimientos positivos hacia mí. Le he dado vueltas a este motivo y me he dado cuenta de que, aunque algo de verdad puede que encierre, no es tan simple. El asunto tiene más miga.
Hacer un regalo implica que pensemos en la otra persona, que entendamos cómo es su mundo y que conozcamos sus deseos. Consigue que nuestro foco se desplace del “nosotros” al “ellos”, y al hacerlo, sin querer tendemos un puente entre los dos con espontaneidad y calidez. El gesto de hacer un regalo es un valiosísimo recurso para poder llegar al alma de la otra persona.
Sin embargo, en estos tiempos en que el movimiento gravita hacia el acto de consumir, incluso hacer regalos se ha convertido en un gesto “artificial”, pues para satisfacer nuestro deseo de regalar nos hemos vuelto dependientes de lo que el mercado nos ofrece. Y el abanico de productos a nuestro alcance es tan amplio que nos deslumbra, hasta el punto de que llegamos a olvidarnos de las razones que nos impulsan a regalar. La atención ha pasado pues de centrarse en la persona, a posarse directamente sobre objeto en sí. Al final lo que ocurre es que la persona obsequiada termina recibiendo montones de artículos “superfluos” que no guardan relación con lo que son sus necesidades en ese momento.
También el mercado ha introducido en nuestro subconsciente el concepto de “precio”. La importancia que le otorgamos al precio ha pasado a ocupar el lugar de los sentimientos asociados al gesto de regalar. Una cara etiqueta equivale a asumir que el regalo es muy valioso. A mí me han pasado las dos cosas: que he recibido obsequios que no significaban nada para mí, y que he elegido algunos únicamente para cubrir el expediente.
Ante lo forzado de esta tendencia, mi familia y las empresas con las que trabajaba decidimos probar algo diferente. En vez de comprar cosas en los comercios las fabricaríamos con nuestras manos. Esto consiguió darle un giro importante al gesto de regalar. El mismo acto de crear una cosa inmediatamente nos conecta con nuestro mundo interno, y al mismo tiempo, estamos creando un vínculo con la persona para la cual estamos elaborando el objeto. Producir algo con nuestras propias manos requiere de nuestro tiempo, lo cual va en contra de un mercado que lo que quiere es convertirnos en consumidores pasivos. A pesar de que mi creación no resultó ser nada espectacular, precisó que le dedicara mi completa atención. Además, tuve la impresión de que sería del agrado de quien iba a recibirlo, un colega de mi oficina. La verdad es que sí que le agradó, y eso me hizo sentir pletórico.
--Nitin Paranjape
SEED QUESTIONS FOR REFLECTION: How do you relate to the notion of ready-made gifts leading us to "forget the reasons for giving?" How do you stay mindful of your reasons for giving? Can you share a personal story of a gift that you chose to make with your own hands?
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