SE AGOTAN LAS PREGUNTAS, SE ACABA EL CONFLICTO
Parábola Zen
Al coincidir durante un acto social con un maestro Zen, un psiquiatra se decidió a hacerle una pregunta que le había estado rondando la cabeza: “Exactamente ¿cómo haces para ayudar a la gente”, preguntó.
“Consigo que lleguen a aquel lugar donde ya no cabe hacer más preguntas,” respondió el Maestro.
No es difícil identificar momentos en nuestra vida dedicados a encontrar respuestas. Las preguntas afectan a todos los ámbitos: a nuestra profesión, a nuestras experiencias pasadas, al futuro, o incluso a nuestro propio funcionamiento interno. Sin embargo, buscando las respuestas a menudo perdemos de vista el motivo que originó la pregunta.
Las preguntas por naturaleza surgen del desconcierto y del conflicto; si estuviéramos completamente a gusto con todo, no sentiríamos la necesidad de cuestionarnos nada. Sin embargo, para alcanzar aquel punto de equilibrio nos vemos empujados a hacernos preguntas e indagar… no solo para hallar las respuestas, sino también para darnos cuenta de qué es aquello que nos lleva a preguntar.
Eso hace que desarrollemos una comprensión extraordinaria con respecto a la pregunta. Por ejemplo, en vez de preguntarnos “¿Cómo puedo ganar más dinero?” la pregunta podría ser “¿Qué hace que quiera ganar dinero?”, eliminando así poco a poco las dudas y dilemas que encerraba la pregunta original. Tras la reiterada indagación llegamos a perder el interés por las preguntas y las respuestas y empezamos simplemente a estar presentes y a experimentar cada momento plenamente.