LA TÉCNICA DE LA DANZA
A una relación no se la estrangula a base de demandas. La intimidad se moldea empleando delicadeza en el contacto. Hemos llegado a desplazamos por el día como los bailarines, sin necesitar tocarnos más que de manera sutil, ya que nos movíamos instintivamente siguiendo el mismo compás.
Una buena relación posee un patrón parecido al de una danza, y se construye sobre algunas de las mismas reglas. Las parejas no necesitan agarrarse con fuerza, porque avanzan con confianza ejecutando una misma coreografía, intrincada pero desenfadada, y ágil, y libre, como una danza campesina de Mozart. Un contacto firme frenaría el desarrollo de ese patrón de movimiento, paralizándolo y bloqueando el despliegue de su infinitamente cambiante belleza. Aquí no procede el agarrón posesivo, el brazo que aprisiona, la mano que pesa; tan solo el contacto indispensable de pasada. Unas veces los brazos se entrelazan, otras se baila de frente, y otras, espalda con espalda, indistintamente. Porque saben que como pareja se mueven al mismo compás, que juntos están creando una coreografía que sin darse cuenta, les nutre.
El gozo que tal coreografía aporta no se limita al hecho de crearla, o de bailarla; hay gozo también en habitar el presente. La delicadeza del contacto y habitar el momento presente van de la mano.
Pero ¿cómo se aprende ese modo de bailar? ¿por qué es tan difícil? ¿qué hace que dudemos y perdamos pie? Creo que es el miedo lo que hace que nos aferremos con nostalgia al último instante, o queramos atrapar con ansia el siguiente. Pero ¿cómo nos liberamos de él? Eso únicamente se consigue mediante su opuesto, que es el amor. Cuando el corazón se desborda con amor no hay espacio para el miedo, ni para el titubeo o la duda. Y es esta ausencia de miedo lo que permite que se despliegue la danza. Cuando cada miembro de la pareja ama sin reservas quiere decir que ya no se pregunta si su amor es o no correspondido; cuando lo único que sabe es que ama y se mueve al son de la música de su amor, entonces y solo entonces esas dos personas pueden ejecutar la danza en sintonía y con paso perfecto.
--Anne Morrow Lindbergh
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