Dando la bienvenida al extraño
--por Wakanyi Hoffman
Mi esposo, mis hijos y yo hemos vivido en 7 países durante la última década y media. Siempre hemos sido los extraños llamando a las puertas de los nuevos vecinos mientras comulgábamos simultáneamente con la extrañeza de los sentimientos encontrados de ser los recién llegados. Con el tiempo, la capacidad de abrirse sin vigilancia se ha vuelto crucial para establecerse y sentirse como en casa en diferentes partes del mundo. Recuerdo una lección oportuna sobre extraños en 2009 durante una mudanza a Filipinas desde Nepal. Nuestro mayor tenía 3 años. Estaba acostumbrada a charlar con extraños en lugares públicos como los mercados callejeros en los callejones de Katmandú. Naturalmente, se acercó al personal del hotel y se presentó. Luego relató toda la historia de nuestra familia, brindando detalles específicos como: nuestras nacionalidades mixtas, edades, tamaño de la familia, el cumpleaños de su hermano pequeño, en qué país nació e incluso dónde vivían los abuelos en Kenia y EE. UU. ¡Podría incluso haber dado números de teléfono si los hubiera memorizado!
Esta fue la primera vez que se nos ocurrió que nuestra hija y su entonces hermano pequeño no podían diferenciar honestamente entre extraños y rostros familiares. En lo que respecta a la pequeña de 3 años, todos los que conocía eran amigos. Me sentía incómoda con su facilidad con los extraños. Sin embargo, también me incomodaba la idea de enseñarle sobre el peligro de los extraños.
Así que llegamos a un compromiso. Encontré una manera de enseñarle a "leer" la habitación dentro de su corazón. Quería que aprendiera a aprovechar su intuición natural para sentir la seguridad real frente al peligro real. Le dije que tenía que respirar tres veces (tenía 3 años en ese momento) y que al exhalar prestara atención a lo rápido o lento latía su corazón. ¿Sentía consuelo o incomodidad? ¿Podía identificar qué sentimiento era más fuerte y por qué? ¿Su entorno se veía y se sentía seguro? Entonces podría decidir si contarle su historia a una cara desconocida. Le dije que tenía que saber si su corazón podía crear espacio para la historia del extraño en la misma forma en que ella le pedía a un extraño que le hiciera espacio.
Entonces me di cuenta de que dar la bienvenida a una nueva persona a tu vida es el arte de suscribirse a un estilo de vida particular alineado con valores colectivos. Cuando socializamos (el arte de conocer e invitar a extraños a nuestras vidas), lo hacemos para disfrutar de estar con otros seres humanos como nosotros. Buscamos valores compartidos, referencias culturales similares e incluso experiencias vividas similares. Sin embargo, cuando pensamos demasiado o perfilamos demasiado a los demás, existe la posibilidad de que la agenda impulsora sea asegurarnos de que encajen en alguna historia sobre nosotros que deseamos proyectar al mundo.
Socializar por complacerte a ti mism@ no puede ser una forma de vida: la parte importante de socializar es estar vivo y abierto a encuentros casuales que insuflarán nuevas ideas sobre cómo manifestar la mejor versión de nuestra humanidad colectiva. Es imposible saber con certeza si abrirse a un extraño o a la extrañeza interior traerá alegría o sufrimiento, pero a base de prueba y error, nos convertimos en maestros en detectar la autenticidad, en nosotros mismos y en los demás.
Como un niño pequeño, tenemos que vivir de tal manera que nuestros encuentros con todo tipo de emociones y personas surjan de la vida auténtica que estamos viviendo, libres de juicios negativos, sobre nosotros mismos y los demás. No es necesario arreglar nada de nuestra apariencia interna o externa para que sea aceptable o atractivo. Simplemente ser quienes ya somos y aceptar el espacio que ocupamos en ese momento cuando nos encontramos con esa novedad es suficiente para dar la bienvenida a los extraños.
Preguntas semilla para la reflexión: ¿A qué tipo de estilo de vida te has suscrito y cómo armoniza tu vida física con tu vida interna? ¿Puedes compartir una historia personal de un momento en que hiciste un balance de tu mundo interior y luego armonizaste tu acción exterior? ¿Qué te ayuda a darle la bienvenida al extraño en la puerta de tu corazón y al que está en la puerta de tu hogar sin ataduras ni juicios?
Wakanyi Hoffman es una artista de la vida que pinta las sombras de cada día como narradora, autora, madre, ciudadana global, periodista y guardiana de la sabiduría indígena.
Wakanyi Hoffman is an artist of life who paints the shades of each day as a storyteller, author, mother, global citizen, journalist, and keeper of indigenous wisdom.