Si puede sufrir, es real
- por Yuval Noah Harari
Mucha gente cree que la verdad transmite poder. Desafortunadamente, esto es solo un mito reconfortante. De hecho, la verdad y el poder tienen una relación mucho más complicada, porque en la sociedad humana, el poder significa dos cosas muy diferentes.
Por un lado, poder significa tener la capacidad de manipular realidades objetivas: cazar animales, construir puentes, curar enfermedades, construir bombas atómicas. Este tipo de poder está íntimamente ligado a la verdad. Si crees en una teoría física falsa, no podrás construir una bomba atómica. Por otro lado, el poder también significa tener la capacidad de manipular las creencias humanas, consiguiendo así que muchas personas cooperen de forma eficaz. La construcción de bombas atómicas requiere no solo un buen conocimiento de la física, sino también el trabajo coordinado de millones de humanos. El planeta Tierra fue conquistado por Homo sapiens y no por chimpancés o elefantes, porque somos los únicos mamíferos que pueden cooperar en grandes cantidades. Y la cooperación a gran escala depende de creer historias comunes. Pero estas historias no tienen por qué ser ciertas. Se puede unir a millones de personas haciéndoles creer en historias completamente ficticias sobre Dios, sobre la raza o sobre la economía.
Cuando se trata de unir a las personas en torno a una historia común, la ficción en realidad disfruta de tres ventajas inherentes sobre la verdad. Primero, mientras que la verdad es universal, las ficciones tienden a ser locales. En consecuencia, si queremos distinguir a nuestra tribu de los extranjeros, una historia de ficción servirá como un marcador de identidad mucho mejor que una historia real. La segunda gran ventaja de la ficción sobre la verdad tiene que ver con el *principio de handicap, que dice que las señales fiables tienen que ser costosas para el comunicante. De lo contrario, los tramposos pueden falsificarlas fácilmente. Si la lealtad política se demuestra creyendo una historia real, cualquiera puede fingirla. Pero creer en historias ridículas y extravagantes tiene un costo mayor y, por lo tanto, es una mejor señal de lealtad. Si crees a tu líder solo cuando él o ella dice la verdad, ¿qué prueba eso? Por el contrario, si l@ crees incluso cuando construye castillos en el aire, ¡eso es lealtad! En tercer lugar, y lo más importante, la verdad suele ser dolorosa e inquietante. Por lo tanto, si te apegas a la realidad pura, pocas personas te seguirán. Un candidato presidencial estadounidense que le dice al público estadounidense la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad sobre la historia estadounidense tiene una garantía del 100 por ciento de perder las elecciones. Lo mismo ocurre con los candidatos en todos los demás países. ¿Cuántos israelíes, italianos o indios pueden soportar la verdad inmaculada sobre sus naciones? Una adhesión intransigente a la verdad es una práctica espiritual admirable, pero no es una estrategia política ganadora.
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Para mí, quizás la pregunta más importante, tanto como científico como como persona, es cómo distinguir entre ficción y realidad. No estoy sugiriendo que todo sea ficción, sino que es muy difícil para los seres humanos distinguir entre ficción y realidad. Se ha vuelto cada vez más difícil a medida que ha ido avanzando la historia porque las ficciones que hemos creado, naciones, dioses, dinero y corporaciones, ahora controlan el mundo. Incluso pensar, "Oh, todas estas no son más que entidades ficticias", resulta bastante difícil.
Sin embargo, existen varias pruebas para diferenciar entre ficción y realidad. La más simple es la prueba del sufrimiento. Si puede sufrir, es real. Si no puede sufrir, no es real. Una nación no puede sufrir. Eso está muy, muy claro. Incluso si una nación pierde una guerra, decimos, "Alemania sufrió una derrota en la Primera Guerra Mundial", es una metáfora. Alemania no puede sufrir. Alemania no tiene mente. Alemania no tiene conciencia. Los alemanes pueden sufrir, sí, pero Alemania no. Del mismo modo, cuando un banco quiebra, el banco no puede sufrir. Cuando el dólar pierde su valor, el dólar no sufre. La gente puede sufrir. Los animales pueden sufrir. Esto es real.
Si realmente quieres ver la realidad, yo te recomendaría atravesases la puerta del sufrimiento. Si realmente podemos comprender qué es el sufrimiento, recibiremos la clave para comprender qué es la realidad.
*Principio del handicap:
El principio del handicap es una hipótesis propuesta originalmente en 1975 por el biólogo Amotz Zahavi para explicar cómo la evolución puede hacer que se produzcan señales de buenas intenciones entre animales que tienen una motivación obvia para engañar al otro o para engañarse mutuamente.
Preguntas semilla para la reflexión: ¿Qué te viene al aplicar el test de realidad: 'si puede sufrir, es real' a cualquier ideología? ¿Puedes compartir una historia personal de un momento en el que pudiste aplicar esta prueba al tomar una decisión importante? ¿Qué te ayuda a evitar volverte insensible al sufrimiento de los demás?
Yuval Noah Harari es historiador, meditador y autor de varios “best sellers”, incluidos Sapiens y Home Deus. El extracto anterior está editado en base a varias fuentes, incluido su Diálogo Ted Dial.