The Value of Solitude

Author
William Deresiewicz
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Image of the Week El Valor de la Soledad
--por William Deresiewicz
Sentirse solo no es ausencia de compañía, es el dolor por esa ausencia. La oveja perdida está aislada; el pastor no está aislado. Pero Internet es una potente máquina que produce soledad como la televisión es una máquina para crear aburrimiento. Si seis horas al día de televisión crean la aptitud para el aburrimiento, la incapacidad de sentarse en silencio, cientos de mensajes de texto al día crean la aptitud para la soledad, la incapacidad de ser por ti mismo. Cierto grado de aburrimiento y soledad es de esperar, especialmente entre la gente joven, dado el grado en el que nuestro ambiente humano ha sido atenuado. Pero la tecnología amplifica esas tendencias. Podías llamar a tus compañeros de clase cuando eras adolescente, pero no les podías llamar 100 veces al día. Podías estar con tus amigos cuando ibas a la universidad, pero no podíais estar juntos siempre que quisieseis, por la simple razón de que no podías encontrarlos siempre. Si el aburrimiento es la gran emoción de la generación de la televisión, la soledad es la gran emoción de la generación Web. Nosotros perdimos la habilidad de estar en silencio, la capacidad de ociosidad. Ellos han perdido la habilidad de estar solos, su capacidad para la soledad.

Y habiendo perdido la soledad ¿Qué han perdido? Primero, la tendencia a la introspección, ese examen de uno mismo que los puritanos, y los románticos, y los modernistas ( y Sócrates, de hecho) pusieron en el centro de la vida espiritual – de la sabiduría, de la conducta. Thoreau lo llamó pescar “en el estanque Walden de nuestras propias naturalezas,” “poniendo oscuridad como cebo.” Perdida, también, está la tendencia relacionada de leer continuamente. Internet ha convertido los textos en un mundo televisual, pero los ha convertido bajo los términos que dicta ese mundo – eso es, replanteando nuestros periodos de atención. Leer ahora quiere decir mirar por encima y echar un vistazo; cinco minutos en la misma página web es considerado una eternidad. Esto no es leer como Marilynne Robinson describió: el encuentro con un segundo yo en el silencio de la soledad mental.

Pero ya no creemos en la mente solitaria. Si los Románticos tenían a Hume y los modernistas a Freud, el actual modelo psicológico --- Y esto no debería de sorprendernos – es el del trabajo en red o la mente social. La psicología evolutiva nos dice que nuestros cerebros evolucionaron hacia la interpretación de señales sociales complejas. Según David Brooks, ese índice fiable del espíritu de la época científico-social, los científicos cognitivos nos dicen que “nuestra toma de decisiones está fuertemente influenciada por el contexto social”; los neurocientíficos, que tenemos “mentes permeables” que funcionan en parte a través de un proceso de “profunda imitación”; los psicólogos, que “estamos organizados por nuestros apegos”; los sociólogos, que nuestro comportamiento se ve afectado por “el poder de las redes sociales.” La última conclusión es que no hay espacio mental que no sea social (la ciencia social contemporánea enlazándose aquí con la teoría crítica posmoderna).

Una de las más cosas más llamativas sobre cómo se ven reflejados los jóvenes unos con otros hoy en día es que no parecen creer en la existencia de la “oscuridad” de Thoreau. […]
Los jóvenes de hoy en día piensan que pueden hacerse conocer completamente unos a otros. Parece que les falte el sentido de sus propias profundidades, y el valor de mantenerlas ocultas.

Si no fuese así, entenderían que la soledad nos permite asegurar la integridad del ser así como explorarlo.


Peguntas Semilla para la reflexión: ¿Qué importancia tiene la soledad en tu vida? ¿Puedes compartir una historia personal de un momento en el que experimentases el valor de la soledad en tu vida? ¿Cómo equilibras la necesidad de soledad con la necesidad de comunidad en tu vida?

Sacado del artículo de William Deresiewicz en La Crónica de la Educación Superior: El Fin de la Soledad.
 

Excerpted from William Deresiewicz's article in The Chronicle of Higher Education: The End of Solitude.


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