Be Cool to the Pizza Dude

Author
Sarah Adams
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Muestra tranquilidad con el chico de las pizzas.
--por Sarah Adams
Si tengo una filosofía operativa sobre la vida es esta: “Muestra tranquilidad con el repartidor de pizzas; trae buena suerte” Hay cuatro principios que guían la filosofía del chico de las pizzas.
Principio 1: La tranquilidad hacia el repartidor de pizzas es una práctica de humildad y perdón. Le dejo que se me cruce en el tráfico, le dejo que alcance la rampa de salida desde el carril izquierdo, le dejo que se olvide de utilizar el intermitente sin sacar ninguno de mis dedos extendido por la ventanilla o sin pitarle, porque debería de haber un momento en mi agobiada vida en que un coche me invada, o se cruce, o pase y yo le deje ir. A veces cuando estoy segura de que mi carril me pertenece, retando de forma temeraria a cualquiera, el chico de la pizza viene a toda velocidad en su oxidado Chevette (Chevrolet). Con su luz de pizza sobre su coche brillando como una baliza, me recuerda que he de revisar cómo fluyo yo por el mundo. Después de todo, el chico está repartiendo pizza a jóvenes y viejos, familias y solitarios, gays y heteros, negros, blancos y marrones, ricos y pobres, vegetarianos y amantes de la carne, a todos por igual. Le dejo paso libre en su trayecto, practico el control, muestro amabilidad, y contengo mi ira.
Principio 2: La tranquilidad hacia el chico de las pizzas es un acto de empatía. Enfrentémonos a ello: todos hemos hecho algún trabajo sólo por tener un trabajo, porque tener algo de dinero es mejor que no tener nada. Yo he tenido un surtido de esos trabajos y me sentía agradecida de recibir mi cheque a fin de mes, ya que me aseguraba que no tendría que compartir mis cereales con mis gatos. En la gran rueda de pizza de la vida, a veces eres el queso caliente y burbujeante y a veces eres la corteza quemada. Es bueno recordar el giro caprichoso de esa rueda.

Principio 3: La tranquilidad hacia el chico de las pizzas es una práctica de la honradez y me recuerda respetar el trabajo honrado. Déjame decirte algo de estos tíos: nunca han sido presidentes ejecutivos de una compañía, ni inflado de forma artificial el valor de las acciones, ni han vendido sus participaciones llevando a la compañía al borde de la bancarrota, provocando que 20.000 personas pierdan su trabajo mientras que el presidente ejecutivo se construye una casa del tamaño de un hotel de lujo. Más bien estos tipos duermen el sueño de los justos.
Principio 4: La tranquilidad hacia el chico de las pizzas es una práctica de la igualdad. Mi medida como ser humano, lo que vale para mi, es el orgullo con el que hago mi trabajo- cualquier trabajo- y el respeto con que trato a los demás. Yo soy igual que el resto del mundo no por el coche que conduzco, el tamaño de la televisión que tengo, el peso que soy capaz de levantar, o los cálculos de ecuaciones que se resolver. Soy igual a todos los que se cruzan en mi camino por la amabilidad de mi corazón. Y todo empieza aquí- con el chico de las pizzas.
Dadle una buena propina, amigos y hermanos, porque eso que le daréis libre y voluntariamente os traerá toda la feliz suerte que un universo agradecido sabe cómo devolver.

Sarah Adams ha tenido un gran número de trabajos en su vida, incluido la televenta, el trabajo en una fábrica, recpcionista de hotel, y cajera de una floristería, pero nunca ha repartido pizzas. Nacida en Connecticut y educada en Wisconsin, Adams vive ahora en Washington donde es profesora de inglés en el Olympic College. Este artículo fue publicado originalmente en This I Believe (Esto creo)
 

Sarah Adams has held a number of jobs in her life, including telemarketer, factory worker, hotel clerk, and flower shop cashier, but she has never delivered pizzas. Born in Connecticut and raised in Wisconsin, Adams now lives in Washington where she is an English professor at Olympic College.  This article was originally published in This I Believe.


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