Suffering Leads to Grace

Author
Ram Dass
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Image of the WeekEL SUFRIMIENTO ES UN INSTRUMENTO PARA LLEGAR A ALCANZAR EL ESTADO DE GRACIA



Si se te ocurre decir que sufrir equivale a entrar en estado de Gracia, la mayoría de la gente pensará que se te ha ido la olla. Antes de nada habremos de hacer una distinción entre el sufrimiento propio y el ajeno. Se trata de una distinción muy importante, pues cuando el sufrimiento es propio podemos llegar a percibirlo como una bendición, pero algo muy distinto es observar a alguien que sufre y decir que ha entrado en estado de Gracia.



Una persona puede tomarse su propio sufrimiento como una bendición y beneficiarse de esa percepción. Sin embargo no se puede usar como excusa para dar por bueno el sufrimiento de otro ser humano. Tenemos que prestar atención a la clase de sufrimiento que la otra persona está experimentando. Cuando alguien tiene hambre, lo que hacemos es proporcionarle alimento. Como solía decir mi gurú: al hambriento, Dios se le aparece en forma de comida. Primero le damos de comer, y una vez su barriga esté llena, entonces ya podrá interesarse por asuntos de naturaleza divina. Si lo que se pretende es que deje de sufrir, soltarle a alguien una charla sobre el dharma cuando lo que tiene es hambre, está totalmente fuera de lugar.



Entonces, la solución para poder llegar a percibir el sufrimiento como una bendición es haber dejado que éste nos atraviese por completo, algo que no es ni fácil ni agradable. Dado que solemos considerar el dolor como algo a evitar, hacemos por distanciarnos de él. Como cuando nos duele una muela: el dolor toma la forma de esa muela, y no nos identificamos con él, sino que lo desplazamos a la muela. Del mismo modo, podemos ver a gente en televisión o en la vida real que está sufriendo, sin embargo intentamos mantener la distancia. Lo hacemos porque nos da miedo que el dolor sea tan insoportable que sucumbamos a él. El hecho es que no nos queda otra que entrar ahí. Tarde o temprano tenemos que hacerlo, porque si cerramos nuestro corazón a cualquier cosa que el universo nos ponga por delante, estamos perdidos: el sufrimiento hará presa de nosotros.



Habremos sabido afrontar nuestro dolor cuando permitamos que por fin nos atraviese hasta el fondo. Lo cual significa que tenemos que ser capaces de mirarlo de frente con el corazón abierto. Tenemos que poder mirar aquello que hay y decir: Vale, aquí está. Eso implica que voy a ser capaz de soportar lo insoportable. Y es que aquél que asumo que soy parece que no puede hacerlo, pero quien realmente soy sí que puede. Así que aquél que pienso que soy habrá de morir en el proceso.



Por ejemplo, justo ahora en mi consultorio tengo a una pareja que un día salieron a ver una película al cine, y cuando regresaron a casa se encontraron con que ésta había sido consumida por las llamas con sus tres hijos de siete, cinco y de tres años de edad, dentro. La mujer es mejicana y católica, y él es blanco y protestante, y cada miembro de la pareja está reaccionando de manera completamente diferente al mismo hecho. Ella está empezando a tener experiencias espirituales muy profundas y a hablar con sus hijos fallecidos, mientras que él se mantiene en negación, lleno de ira y sintiendo que les ha fallado.



En cierto modo, un drama como ese resulta tan sumamente doloroso que jamás desearías que le sucediera a ningún ser humano, sin embargo así ha ocurrido. Lo más probable es que ella llegue a superar esta experiencia y se convierta en una persona más profunda, espiritual y madura. En cambio él, dado que no ha podido abrazar el sufrimiento y que el rechazo ha sido su única herramienta para afrontarlo, lo más probable es que acabe encogido y cerrado. No ha sido capaz de acercarse al dolor. Lo ha tenido que apartar de él para no volverse loco.



La elaboración del sufrimiento requiere de una entrega total, o lo que es lo mismo: que abandones la idea que tienes sobre quién eres. Cuando dices “no puedo soportarlo”, ¿quién es el que no puede? En India se refieren a sus maestros espirituales como a seres que han muerto en vida, porque quienes ellos mismos pensaban que eran han dejado de existir. Precisamente para esos maestros todos nosotros somos sus hijos, de modo que si morimos, son sus hijos quienes mueren. Es en ese sentido que el sufrimiento se convierte en instrumento para que entremos en estado de Gracia.



Ram Dass viajó por primera vez a India en 1967. En aquel entonces era conocido con el nombre de Dr. Richard Alpert, destacado psicólogo de Harvard y pionero junto con Timothy Leary en el estudio de los psicodélicos. Él siguió con sus investigaciones sobre estas sustancias hasta 1967, año en que hizo un recorrido por oriente que, cuando llegó a la India, haría que su vida diera un giro. Allí conoció al que en adelante sería su gurú, Neem Karoli Baba, cariñosamente apodado Maharajji. Él fue quien le dio el nombre de Ram Dass, que significa “siervo de Dios”. Desde entonces todo cambió para él – empezó a desarrollar con gran empeño su misión de vida, convirtiéndose en una figura muy influyente que dio lugar a un movimiento espiritual, del cual su himno era “Vive en el Aquí y el Ahora”. El espíritu de Ram Dass ha servido de guía a tres generaciones. Millones de personas han seguido sus pasos, lo cual les ha ayudado a liberarse de sus ataduras al mismo tiempo que él iba trabajando sobre las suyas.
 

Ram Dass first went to India in 1967. He was still Dr. Richard Alpert, a prominent Harvard psychologist and psychedelic pioneer with Dr. Timothy Leary. He continued his psychedelic research until that fateful Eastern trip in 1967, when he traveled to India. In India, he met his guru, Neem Karoli Baba, affectionately known as Maharajji, who gave Ram Dass his name, which means “servant of God.” Everything changed then – his intense dharmic life started, and he became a pivotal influence on a culture that has reverberated with the words “Be Here Now” ever since. Ram Dass’ spirit has been a guiding light for three generations, carrying along millions on the journey, helping to free them from their bonds as he works through his own.


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